(Reuters Health) – La exposición a los árboles y otros espacios verdes previene la depresión en los adultos, pero una investigación en Estados Unidos indica que el efecto también alcanza a los adolescentes.
Los autores estudiaron a más de 9.000 niños de entre 12 y 18 años: los que vivían en áreas con mucha vegetación natural cerca eran menos propensos a tener síntomas depresivos significativos.
El efecto fue mayor en los estudiantes secundarios, según publican en Journal of Adolescent Health. “Estudios previos habían demostrado que una menor exposición a la naturaleza estaba asociado con efectos emocionales y conductuales negativos”, dijo Carla Bezold, de la Escuela T.H. Chan de Salud Pública de Harvard, en Boston.
Su equipo analizó información de 9.385 adolescentes que empezaron a participar en 1999 en un estudio sobre las afecciones de los adolescentes de Estados Unidos. Se les evaluó la salud mental y ellos respondieron cuestionarios sobre el consumo de sustancias, problemas de seguridad ambiental y etnia. Los autores geocodificaron a los participantes de acuerdo con su domicilio y usaron información satelital para analizar los alrededores de sus viviendas (densidad de edificación y proximidad a espacios verdes y azules, como lagos).
El 11,5 por ciento de los participantes tenía síntomas de depresión. El equipo categorizó al 11,5 por ciento con los síntomas más graves en el grupo con “depresión alta” y determinó si la proximidad de los hogares a espacios verdes y azules influía en si pertenecían o no a esa categoría. “Observamos que vivir en un área más verde estaba asociado con una menor depresión en esa población”, indicó Bezold, “y que esa relación se mantenía con distintas técnicas estadísticas, lo que nos permite decir que la asociación existe y, también, los beneficios”.
Tras considerar los factores familiares y económicos, los jóvenes que vivían en áreas verdes de mayor calidad eran un 11 por ciento menos propensos que aquellos con baja exposición a este tipo de espacios a estar en el grupo con depresión alta. No se detectó una relación significativa con los espacios azules.
FUENTE: Journal of Adolescent Health