El Confesionario
Por: Ray Zubiri / www.muraleducativo.com
A 80 años de su natalicio y 14 de su fallecimiento, Germán Dehesa continúa siendo referente del periodismo, el humor y la crítica inteligente en México.
Tuve el gusto de charlar con su hijo, Ángel Dehesa, sobre De herencias y querencias: recordando a Germán Dehesa, un espectáculo ideado por Alejandro García Villalón, Virulo, comediante, cantautor y amigo entrañable de Germán.
Con él compartió escenario en numerosas ocasiones y, quién mejor que su hijo, talentoso periodista y comunicador, para poner el sabor a las historias que enmarcan tiempos, lugares y gente con la que convivió su papá.
Él mismo me contó que “Fueron varias pláticas y fue realmente gracias a la insistencia de Virulo. Yo siempre he considerado a Virulo un amigo y una de las herencias más valiosas que dejó mi papá; entonces, iba a sus shows y me decía que hiciéramos algo para mi padre, ‘vamos a recordarlo’, porque además es importante que la gente lo recuerde, que no se olvide”.
“Después de mucho insistir, yo me decidí a hacerlo porque, para mí, era difícil. Al final del día, releer sus textos siempre implica un diálogo entre el lector y el autor, cualquiera que este sea, y con un papá que lleva 14 años de ya no estar en este plano, me da un poco de miedo. También está el tema de la comparación; uno quiere destacar por sí mismo”, mencionó Alejandro.
A diferencia de otros periodistas, Germán no solo era visto por sus lectores como un “líder de opinión” (título que siempre rechazó), sino, literalmente, como un miembro de su familia, un ser humano que, además de saber mucho y escribir bien, tenía aciertos y fallas, luces y sombras, y la capacidad de poner en palabras lo que muchos pensamos pero no sabemos cómo decir.
“Yo no lo leía exclusivamente por un compromiso familiar. Puedo decir que era un hombre que escribía extremadamente bien, tanto en la técnica como en el sentimiento. Él sabía leer y observar el pulso del país, para hablar de los grandes temas nacionales con un humor que no era el de hacerse chistoso a fuerza. Su humor era ácido, a veces muy mordaz, pero combinado con una ternura siempre implícita, con una vocación como de niño, pues podía ver en las cosas cotidianas la belleza que muchas veces nosotros, por la prisa en la que vivimos y la cantidad de ruido a la que estamos sometidos, ya no nos permitimos ver, ni sentir, ni escuchar”.
Sus palabras continúan hoy vigentes y volverán a ser pronunciadas, no en un solemne homenaje en el panteón de los olímpicos, sino como a Germán le gustaba, echando relajo con sus cuates arriba y abajo del escenario.
“No sé si realmente me sorprende que muchos de sus textos siguen vigentes en muchos sentidos. A lo mejor cambian algunos nombres de los protagonistas, aunque en política no tanto, porque aquí en México los políticos se reciclan y nunca renuncian. Son textos que hablan de impunidad, pero también de cosas como la familia, la búsqueda de la belleza y su llamado a no dejarnos ahogar por el ruido que hay en los medios; entonces, fue una experiencia muy fuerte, fue ponerme de frente con él, fue incluso llorar en algunos momentos y reclamar y hablar con él”.
“También hay uno donde habla sobre un colibrí que entra por la ventana y, entonces, cómo logras vivir con un colibrí que es un ave muy frágil, pero al mismo tiempo fuerte por la energía que puede desplegar y cómo poder apreciar la belleza y la poesía y entender que la poesía no es un tema ajeno a nosotros en los libros, sino es la expresión máxima en palabras”, comentó Ángel.
Le agradezco lo generoso que fue en este encuentro donde pude conocer, a través de sus palabras, al gran Germán Dehesa. Ahora, con este espectáculo De herencias y querencias: recordando a Germán Dehesa, que por cierto, debido al éxito que ha tenido, abrirán más fechas para presentarse en distintos foros de la Ciudad de México y también del interior de la República.
Más de German Dehesa
Nació en la Ciudad de México, el 1 de julio de 1944; murió el 2 de septiembre de 2010. Periodista, ensayista, crítico literario, actor, dramaturgo, promotor cultural y guionista de televisión.
Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM, donde fue profesor de Literatura desde 1966. Fue profesor invitado en la Universidad de Texas, Estados Unidos.
Colaborador de Arquitecto, Cambio, Cartapacios, El Ángel del periódico Reforma, El Financiero, El Norte, Espectacular, Este País, Mural (Guadalajara), Novedades y Turismundo, entre otras. Colaborador en Radio Red, Radio IMER, Núcleo Radio Mil, Radio Fórmula, entre otros. Condujo el programa de televisión La almohada en Canal 13 y participó en el programa El Ángel de Noche de Canal 40.
Autor y director teatral de las obras Monjas coronadas (1989) y Cartas a Santa Fox, y sólo director de Hedda Gabler (1981). Es autor de: Pastorela para tiempos de crisis y después… actuaremos nosotros.
Director de los espectáculos La planta de Luz, Zedilleus y Cancionero del Sur, Cartas a Santa Fox y Adiós milenio cruel. Premio de Periodismo Parlamentario 1998. Premio Don Quijote de Periodismo 2008, España. En 2010 fue condecorado como Ciudadano Distinguido de la Ciudad de México.
Cito lo dicho por Ángeles Mastretta, quien declaró: “Quise y quiero a Germán Dehesa, tanto, que apenas se ha ido y ya lo estoy extrañando. Germán Dehesa contaba la vida, –la temible y ardua vida diaria–, exponiéndose con ironía, con la íntima convicción de que los detalles, las penas, los pequeños secretos, la esperanza de un ser humano dispuesto al riesgo de mostrarse sin tregua, sin tamiz, sin indulgencia, con humor, podían ayudar a otros, ayudarnos a reconocer en nuestras diarias trifulcas el valor de estar vivos. Que la belleza nos acompañe fue siempre el deseo, la búsqueda y el consejo de Germán. La belleza hemos de buscar en su recuerdo y nuestra herencia”.
Dehesa expresó que mientras continuara con vida, seguiría “meneando la pluma”
Tiempo antes de fallecer, él mismo dio a conocer la noticia en su columna Gaceta del Ángel del periódico Reforma, que había sido diagnosticado con cáncer terminal. Dehesa expresó que mientras continuara con vida, seguiría “meneando la pluma”, con el anhelo de vivir más años que los pocos que los médicos le daban.
“No me estoy despidiendo. Yo espero que falte mucho para que ocurra algo tan ingrato. Como en el teatro, esto apenas es la primera llamada, primera”, así quedó plasmado en el artículo de aquella entonces.
El jueves 2 de septiembre de 2010 falleció el gran Germán Dehesa en su casa de la Ciudad de México, pero su legado sigue vigente y continúa escribiéndose.
La columna de esta semana ha terminado pueden ir en paz.
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