Tumba Burros Digital
Por: Luis Escobar Ramos / www.muraleducativo.com
Para concluir con el tema que nos ocupa, debo decir que, el Dr. Gereffy presentó un cuarto caso de estudio y en este se refirió a la guerra comercial entre Estados Unidos y China (US-China Trade Wars); misma que tomó gran impulso desde el inicio de la administración Trump en el año 2017; que al igual como está sucediendo en estos momentos, desde su campaña amenazaba con la imposición de aranceles a China, México y otros países; todo ello, bajo una visión de proteccionismo económico y con argumentos de victimización de su país al aseverar que muchos países se habían beneficiado al llevar la producción de su país a sus territorios y con ello, los empleos de los trabajadores norteamericanos, dejando grandes regiones de Estados Unidos sin empleos.
No obstante, Trump deja de lado que, al vivir hoy en día bajo un esquema globalizador, éste contempla cadenas de suministro, y han sido las propias empresas estadounidenses y su país los principales promotores e impulsores de este modelo, que les ha permitido la provisión de altos márgenes de utilidad a costa de la precarización de los mercados laborales en los países destino, (maquiladores).
Como alternativa a todo lo anterior, es que los norteamericanos plantean diversas modalidades de localización de empresas; es decir, Offshoring, Reshoring; Nearshoring, Friendshoring y Securityshoring; destacando que las primeras cuatro ya las abordamos en las anteriores entregas y el último lo trataremos a continuación dada su trascendencia actual.
El Security Shoring es una tendencia que busca reubicar industrias críticas en países que se integren a la confrontación de Estados Unidos versus China, sobre todo, en Latinoamérica, en donde se ha dado una fuerte influencia de estos últimos; lo que preocupa a los Estados Unidos al ver en riesgo la seguridad de sus cadenas de suministro. Como moneda de cambio a la aceptación de incrustarse en el bloque estadounidense, estos les ofrecen, además de la instalación de empresas, algunos otros beneficios en su relación bilateral.
Es claro que, bajo el contexto anterior, es fácilmente entendible como es que hace su aparición el fenómeno del Nearshoring y cual es la participación que México puede tener en ello.
Nuestro país, después de haber transitado un largo camino en su relación con los Estados Unidos; hay que tener presente y reconocer que el papel que se ha jugado ha sido meramente maquilador-manufacturero; no más allá; por tanto; en la actual coyuntura, se debe aspirar y buscar acceder a empleos de mayor valor tecnológico y aquí es en donde debemos preguntarnos si estamos preparados para asumir un papel de tal talante.
Para materializar tal aspiración se hace necesario el diseño de una política industrial; y un esquema que promueva la investigación y el desarrollo tecnológico;ya que hoy día no existe nada al respecto; lo que ha complicado el desarrollo de nuestro país en las últimas cinco décadas.
Además, debemos enfrentar problemas como las economías de escala; es decir, ante el fenómeno que se produce cuando una empresa reduce sus costos unitarios de producción o distribución, al aumentar la cantidad producida o distribuida; cómo las empresas mexicanas pueden participar en ese escenario.
Otro serio reto es la velocidad de respuesta para los procesos comerciales-económicos-jurídicos; para lo cual es evidente que se requieren ajustes a los marcos legales y regulatorios establecidos; en la búsqueda de entrar a la competencia internacional que es altamente demandante.
Un aspecto más, es la orientación que debe darse al nacionalismo de los recursos naturales; para lo cual es básica la objetividad con que nos conduzcamos y pongo como ejemplo la nacionalización del litio.
Así mismo; no podemos perder de vista que estamos en presencia de un nuevo escenario al haber nuevos Presidentes en ambos países, lo que por supuesto añade ingredientes adicionales a la ya complicada relación que tenemos.
De igual forma; debemos ser muy hábiles y objetivos en la ubicación de las prioridades de la segunda administración de Trump; que por supuesto contempla: poner a América primero en un mundo más multipolar; las tarifas arancelarias derivadas de la guerra comercial con China; la próxima revisión del T-MEC y sus complejidades; el Reshoring; el comportamiento del empleo estadounidense; un aspecto medular como el fenómeno inmigratorio y por último, el sentido de su frase “Hagamos un trato”, que puede marcar la pauta en las negociaciones.
En conclusión, deberemos fijar una agenda que contemple como ejes fundamentales aspectos relativos al impulso de cadenas globales regionales como vía del fortalecimiento económico; la asunción de un papel activo y central en el Nearshoring; aunque muchos no estemos de acuerdo, como ya lo mencioné anteriormente, considerar el impulso y existencia del nacionalismo económico y efectuar un minucioso balance estratégico sobre los nexos con China y los Estados Unidos.
Lo anterior considera un rol más trascendente y activo del Estado mexicano; lo que representa la adopción de una rectoría responsable, con el despliegue de capacidades, la toma de decisiones técnicas, más allá de políticas y el aprovechamiento de la planta productiva; ya que aún contamos con un bono importante en ese sentido.
Luis Escobar Ramos
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